sábado, 7 de enero de 2012

Chapter VIII: Lake Superior

Buenos días a todos,

Ya os había avisado de que hoy iba a sr un día diferente. No, no es lo que estáis pensando, no tiene nada que ver con el hecho de que fuera Noche Buena, es más, la cena fue lo de menos.
¿Alguna vez habéis oído hablar de los cinco Great Lakes (Los Grandes Lagos)? Como su propio nombre indica son cinco lagos que juntos ocupan más que la Península Ibérica. Suponen el 21% de agua dulce del planeta. os podéis hacer una idea su tamaño e importancia. De ellos, Lake Superior es el mayor está situado entre Canadá y los estados de Minnesota y Wisconsin. Para Kate y Mike, Lake Superior lo es todo: fue donde trabajaron, se casaron, donde llevaron a sus biológicos y no biológicos y es también el lugar donde llevaron a cabo su proyecto más ambicioso; una aventura que cambió sus vidas para siempre y que permanece muy presente en su día a día. El matrimonio recorrió el lago el año pasado durante 154 días, intentando siempre estar lo más cerca posible del agua. No sólo se limitaron a andar, sino que durante el camino, entrevistaron a cientos de personas que encontraron para documentar cual eran las sensaciones de aquellos que tenían el lago cerca, cada seis kilómetros tomaban nota de la flora y la fauna que crecía a los alrededores así como un seguimiento geológico del paisaje. Aquí, una servidora fue testigo de sus historias y creedme que cualquiera puede estar escuchando horas y horas.
Pues bien, como tantos otros de sus familiares y amigos, yo tuve la suerte, la oportunidad y el privilegio de recorrer un tramo de Lake Superior. Indescriptible experiencia, pero creo que merece la pena poner todo mi empeño para tratar de confesaros lo que ese día vislumbraron mis ojos.
Nuestra ruta se dividió en tres partes. La primera parada fue a un kilómetro del faro de Duluth, un lugar emblemático del lago, guía de barcos durante el siglo XIX y que ahora forma parte de la historia. Caminamos por la rocosa playa que nos separaba del acantilado donde estaba construido el faro. Los reflejos de un día soleado en la nieve ofrecían un paisaje de cuento. Una vez cerca de la torre, se vislumbra el infinito, porque os podéis imaginar que al estar ante un lago de 553 km de ancho, la sensación es como estás en el mar, un mar de agua dulce. Nuestra segunda pequeña excursión fue a la playa rosa que debe su nombre a las rocas que forman su costa. Uno de los acantilados que la forman es de una roca rojiza y cuando el agua desprende pedazos, estos van a parar a la playa. Aprovecho para contaros que una de las principales atracciones de Lake Superior es su diversidad; Mike decía que cuando lo recorrieron no vieron nunca lo mismo, que la costa es muy diversa, que Lake Superior es siempre diferente ya lo visites en primavera o verano, en 2011 o en 1870, el lago ofrece una imagen distinta. Por último nos detuvimos en la ruta de las cascadas y aquí es donde yo perdí los sentidos. Sí, simplemente agua congelada (os recuerdos la nieve y las bajas temperaturas), pero la forma, o el olor, los colores; yo no sé que fue pero sin darme cuenta, me encontré llorando. Me sentí llena de aire, rodeada de todo aquello tan majestuoso y supongo que todas esas sensaciones desembocaron en lágrimas. Me gustó.
Total que llegó la hora de cenar y a mí los langostinos me entraron por un oído y me salieron por el otro. No creo que vuelva a tener un 24 de diciembre como el pasado en mi vida. 

domingo, 1 de enero de 2012

Chapter VII: Minnesota

Minnesota es un estado al norte del país que hace frontera con Canadá y los estados de Wisconsin, Iowa y Norte y Sur Dakota. Su clima extremo contrasta con la moderación de los habitantes de Minnesota. El estado es conocido por su política de moderada a progresiva, por sus políticas sociales y por su alta participación cívica en temas políticos. Figura entre los estados más sanos, y cuenta con una de las poblaciones más educadas y alfabetizadas.
Para aquellos que estéis un poco perdidos, al llegar a Dayton estaba un poco preocupada por dónde  y con quién iba a estar en Navidades. Mi prima Natalia, cuando tenía 14 años vivió en Minnesota con una familia. Sus padres americanos se llamaban (y se llaman) Mike y Kate y durante esos meses, entablaron una relación tan estrecha que 16 años después sigo considerándola como una hija. Natalia siente lo mismo hacia ellos y cuando supo que me iba a Estados Unidos un año, no dudó ni un segundo y me ofreció visitarles siempre que quisiera. Estos días con ellos han sido inolvidables. He tenido mucho tiempo para pensar en todo. Constantemente oímos de gente mala, nos pasamos la vida criticando y hablando de aquellos que no nos gustan, que nos incomodan. Pues yo estoy aquí hoy para hablar de seres humanos extraordinarios dispuesto a ofrecer todo lo que tienen, a compartir, a enseñar y aprender. Ahora entiendo un poquito mejor como se sintió Natalia cuando estuvo por aquí y el vínculo tan especial que se formó entre ellos.
Una vez en tierras gélidas (-3ºC) cogí una especie de microautobús (aquí los llaman shuttles) que me llevó a la gasolinera donde me recogió Kate. Ya eran las ocho y media de la noche. Justo antes de llegar a casa, Kate paró el coche y me hizo bajar; quería que contemplase las estrellas ya que el cielo estaba despejado y además estábamos alejadas de toda civilización, sin farolas que dificultasen la visión. “Bienvenida al comienzo de una semana que promete mucho” me dije a mí misma mientras buscaba la Osa Mayor.
Antes de llegar a Minnesota, Kate me había mandado un correo electrónico con un planning de todo lo que íbamos a hacer esa semana. Para el 23 estaba como primer orden del día decorar la pequeña casita que Kate y Mike construyeron hace más de 10 años con adornos de Navidad. Es verde y rosa y su nombre es Pink and White Lady's Slipper en honor a la flor estatal. La cabina quedó lista para el disfrute de los nietos que irán llegando a lo largo de la semana que viene para pasar unos días con sus abuelos y que disfrutan infinito de este lugar.
Antes de continuar, creo que es importante que os cuente que el pronóstico del tiempo para estos días era de NO  nieve y vosotros pensaréis que eso es algo bueno. Sin embargo, viajar a Minnesota en invierno y no ver ni disfrutar de la nieve, es como ir a las Bahamas en julio y no bañarse en sus playas paradisíacas...¡Un contratiempo! El jueves 23, me desperté por la mañana, miré por la ventana y cual fue mi sorpresa al contemplar que el campo se estaba empezando a cubrir de un manto blanco y que no paraban de caer copos. Estuvo nevando todo el día. Yo lo considero mi regalo de Navidad.
Por la tarde, hicimos algunos recados en Willow River, la pequeña aldea a la que pertenece la casa de Mike y Kate. La imagen es de América profunda: un tienda de ultramarinos, correos, un par de bares y nieve, mucha nieve. Después de cenar, fui al cine y la anécdota, la cuenta el hecho de que las películas se proyectan en un teatro, como los cines antiguos. Un gusto.
Uno de los aprendizajes de este viaje ha sido saber adaptarse a un medio al que no estaba acostumbrada y a lo largo de estos capítulos, os iré mostrando esos actos que para los habitantes de Minnesota son innatos y que yo jamás me paré a pensar en ellos. Un primer ejemplo, para que vayáis entrando en materia, cuando nieva una máquina supersónica que no sólo retira la nieve del asfalto, sino que también tiene dos brazos para la nieve que se acumula a los lados.
Ingenua de mí, me fui a la cama completamente inconsciente y sin saber lo que me esperaba al día siguiente.